miércoles, 30 de noviembre de 2011

Deshaucio.

Quise ser quien tu querías.
Y me olvidé de mí misma.
De mis sueños y mi poesía.
Mi mirada quedó vacía,
mi corazón relegado
por un futuro incierto y desafortunado.
Un cuento de nuevos tormentos,
de recuerdos nunca muertos
entre el vaivén de sollozos:
tú. tú. ¿o es que hay otro?
Nunca hubo nadie más que ese hielo
que cubría la extensión de mi mundo hasta el cielo,
que hacía gélidas las nubes del recuerdo,
las tinieblas del pensamiento.
Un deshacio. Otra herida.
Hasta que tu orgullo languidecía
y volvías en busca de aquella niña
que por tus besos se moría.
Pero esa niña creció. Y tú no estabas,
nunca estuviste. Se perdió
entre días de lluvia, negros y grises
por una nueva ilusión que tiñiera sus sueños
del color del limón, del azul de sus sueños.