Anoche me asomé por la ventana
y me vi reflejada en la mirada de la noche.
La luna me observaba desde su trono
y mis ojos soñaban con alcanzarla mientras
un leve escalofrío recorría mi espina dorsal.
Las estrellas, conscientes de ésto,
alargaron su luz para que bañara mi rostro,
regado por dos pequeñas lágrimas que cayeron sobre
el poyete de mi ventana, y abrigaron mi corazón
dejando la huella de una sonrisa sobre mis labios.
y me vi reflejada en la mirada de la noche.
La luna me observaba desde su trono
y mis ojos soñaban con alcanzarla mientras
un leve escalofrío recorría mi espina dorsal.
Las estrellas, conscientes de ésto,
alargaron su luz para que bañara mi rostro,
regado por dos pequeñas lágrimas que cayeron sobre
el poyete de mi ventana, y abrigaron mi corazón
dejando la huella de una sonrisa sobre mis labios.