Mi corazón calla hoy, arrepentido,
Quizás por sus sueños, por haber vivido
Pretendiendo alcanzar un sueño
Que sabía imposible desde el principio.
Arrepentido por cerrar los ojos,
Por no quitarse aquella engañosa venda,
Y ahora de él sólo quedan lastimeros despojos
De alguien que pretendió creerse princesa.
Mas nunca una princesa llevó zapatillas
Ni conservó su realismo más allá del amor,
Nunca ninguna princesa de un vulgar cuento
Pudo creer que vencería a todas sus pesadillas.
Y así, el tiempo, la distancia o sólo los miedos
Rajaron el largo vestido en el que se cobijó,
Aquel que se puso para bailar en el gran salón
Con un príncipe que, tal vez, nunca existió.
Y ahora, el corazón se quedó vacío,
Y la supuesta princesa perdió su corpiño,
Dejó de ahogarse en un futuro prometido
Y se quedó abrazada a su presente herido.