Persigamos rayos, lunas, y truenos
que sirvan para iluminar el firmamento;
persigamos el canto de aquel jilguero
que nos despertó cuando el sol ya estaba puesto.
Recorramos aquel verde prado;
sentémonos, donde antaño nos tumbamos,
y miremos juntos las fotografías,
en las que aún sonreías.
Creemos nuevos recuerdos, sonrisas, y sueños;
digamosle adiós a aquella prisión de marfil altanero;
dejemos que la sonora clave huya, se temple de nuevo.
Seamos quien somos: ni niños, ni viejos,
que avance la aguja. Pero a tempo lento.