sábado, 29 de septiembre de 2012

Como siempre

Aquí estoy, sentada,
sin nada que hacer
y sin querer hacer nada.

Te sigo. ¿Me escuchas?
No puedo creerme dónde estoy parada.
En el mismo lugar, como si nada pasara.

Como si fuéramos locos, o extraños, o todo.
Como si tú no hubieras sido a quien tanto amaba.
Y sigo, sentada.

Te vuelvo a dar espacio,
después de tres puñaladas
que me tomé a broma, estoy descansada
y aún te preguntas, ¿por qué me fui? ¿qué esperabas?

Y por primera vez respondo sentada.
He vuelto a recuperar mi paciencia,
y sigo parada mirando al vacío, la aguja que avanza
y el tecleo de estas letras que engarzan mi alma.

Y aún creerás que no te quiero, que no me importas;
te preguntarás por qué he vuelto a remover tu hielo,
aquel por el que tantas veces besé el suelo.
¿Y acaso te piensas que no noto que te apartas?

Y duele. Duele ver cómo te mueves,
cómo eres el de siempre.
Yo te entiendo. Pero no puedo abrazarte
ni tenderte mi mano, como habría hecho antes, como siempre.

Pero ya no existe, por muchos recuerdos felices,
hay muchas más lágrimas tristes,
y tú no vendrás a preguntarme
cómo estoy, o si soy la de siempre.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Polvo.


¿Leerás esta carta?
O mañana será polvo.
Polvo, como lo fueron nuestros sueños.
Polvo, como lo son todos los recuerdos.

¿Dónde estás?
Hace tiempo que no te veo,
ni siquiera en mis te quiero,
fueron bordados
y ahora son, polvo del viento.

¿Me recordarás?
Yo aún no te he olvidado.
Me fui. Pero una parte se ha quedado
enredada en tantos años.

Ójala fuera la niña, quien perdida
siempre buscaba tu mano.
Aquella que te enseñó a creer
en hadas, unicornios y magos,
en la ilusión de una sonrisa
en el empeño logrado.

¿Has visto a esa niña?
Yo la sigo buscando.
Desde que me marché,
no la he encontrado.
Se quedó contigo en aquel andén,
detrás de la pantalla,
y como siempre, esperando
que se iluminada el cielo
y su corazón, con tu abrazo.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Vive. Ríe. Ama.


Me pregunto si aún me escuchas
Aunque solo sea en el silencio de la madrugada.
Me pregunto si aún preguntas
Por mí, a tu almohada.

¿Y mis versos? ¿Los leerás?
O solo serán
Polvo en el viento
Como aquel, nuestro primer encuentro.

Me pregunto si es verdad que vives, ríes y amas
Pues yo vivo resbalando,
Río como un puzle destrozado
Y amar, desde que me marché, no amo.