sábado, 24 de marzo de 2012

Podría.

Podría seguir escribiendo palabras
enredadas en un caducado te quiero.
Podría, sí, pero ya no quiero.

Podría gritar a las estrellas
que te he olvidado;
podría, sí, pero sigues en mis recuerdos.

Podría mentir y decir que no extraño tu cariño,
tus besos sobre mis labios,
que no me acuerdo de que fuiste mi sol a diario;
podría, sí, pero estaría mintiendo.

Podría decirte que te quise para siempre.
Podría sí, pero es que ya no lo hago.

Es cierto que te quiero.
Tan cierto como que te olvidé.
Ya no quiero nuestro cuento:
eran excusas en un papel
para no salir de nuevo
y enfrentarme de nuevo a aquel
que una vez latió por tus besos,
aquellos que calmaban su sed.

sábado, 3 de marzo de 2012

La perdí

Me gustaría preguntarte,
a ti, sí, aunque ya no me oigas
dónde está aquella que solía animarte,
quien fue el culpable de esta mierda.
Si ahora soy yo quien llora.

Me gustaría saber dónde está aquella niña.
Dime, tú, ¿sabes la respuesta?
Te la llevaste sin previo aviso
Te la llevaste. ¿Acaso la recuerdas?

Te conocía, o creí conocerte.
Te quise. Te recordaré para siempre.
¿Cuál fue mi error, aparte de quererte
siempre a mi lado y que no fuera suficiente?

Lloré mil veces mirando las estrellas.
Sequé mis lágrimas para que no las vieras.
Y sonreí, te di el aliento
pero tú no escuchaste mi súplica en el silencio.

Y yo decidí. Mas tú te marchaste.
¿Quién fue verdaderamente más cobarde?
Si te quise aunque no supe amarte,
no supe detener el tiempo para no dejar de mirarte.

Y sí, la perdiste sin darte cuenta,
aunque lo viste no querías alzar la cabeza,
era más fácil esperar a que bajara la marea
que aceptar que nos movíamos en aguas turbulentas.

Ni siquiera me queda el consuelo
de saber qué sientes, o si hice lo correcto,
porque creo que me llamas y me responde el silencio
pero no me contesta, únicamente me quema con hielo.