Yo es la palabra
que preside tus enunciados
Mientras que tú,
no eres capaz de recordarla.
¿De qué sirve que te conozca si tú a mí no me conoces?
¿Para qué te pregunto si tú nunca me preguntas,
Si nunca sabes ni adivinas el dolor que me domina,
El que se oculta detrás de mis palabras, llenas de heridas?
Y ayer, cuando tanto llovía,
Y mi alma estaba inundada, vacía,
¿acaso te diste cuenta de que mis letras lloraban
En medio de la soledad que me embargaba?
No, claro que no.
Por mí, nadie pregunta.