Inventamos un mundo.
Un silencio apagado, inoportuno.
Un sueño gris y taciturno
que eclipsó el amor que hubo.
Aquel que envenenó mis venas
de la ponzoña de tus besos,
besos alternos, silenciosos, pendencieros
que castigaban mi persona viéndote lejos.
Pero seguí luchando por creer
en este cuento, buscando querer-
te más de lo que me quiero,
pensando que sin ti. Muero.
Y sigo viva. Combatiendo.
Gané la batalla. Respirando.
Sonriendo mediante recuerdos
que se calcinaron en, de la realidad,el fuego.